El exiliado sin patria se encuentra,
pero así no de la misma manera
el que de ella es expulsado a la fuerza
y el que en busca sale de una nueva:
Pues el primero sufre su condena
el momento añorando de su vuelta,
retoma el otro otra vida extranjera
y al fin su murria huye perecedera.
Pero el tiempo, caprichosa ruleta,
recuerdo latente, sangre le hiela;
razón obnubila, corazón ciega
y, al momento, lo arroja a sus tinieblas.
Tal me es Cantabria, como fiel saeta,
grieta quebradora, tenue haz de estrella
cuando sesga mi rutina, certera,
nutre mi alma, la cría y alimenta.
Mas recuerdo y realidad se entremezclan
de fotos creando álbum contrapuestas
que no se corresponden ni concuerdan
que implosionan, se desgarran y quiebran.
Y ya no encuentro ninguna belleza
en las fábricas de Torrelavega,
sucias de las miradas de tristeza
de obreros que solo atisban tormenta.
Pues ya descubrí que lo que antaño era
alimento, aposento y fortaleza,
a mi regreso se tornó miseria,
Piedra, hierba, tierra, simple materia.
Bruno González Lázaro