¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Y el asturiano? Una ilusión, una sombra, una ficción…
El monólogo de Segismundo en La vida es sueño, de Calderón de la Barca –bachiller de la Universidad de Salamanca de origen montañés-, bien describe la percepción que se tiene hoy en día de las hijas del astur-leonés. Como una caricia en sueños, ese romance latín hablado en el medievo pareció desaparecer; pero nada más lejos de la realidad.
Con la expansión de la corona de Castilla y la relevancia de su lengua, el castellano, todo aquel que quisiera darse a conocer y prosperar debía conocer la lengua de reyes. Tal fue la presión, que la identidad lingüística y sociocultural de los pueblos españoles se fue difuminando hasta casi desaparecer; sin embargo, una chispa pervivió en cada uno de ellos. Es por eso que, en Asturias, se celebra este año la XXXVII Selmana de les Lletres Asturianes .
De entre las múltiples reivindicaciones que buscamos los asturianos, la principal y vertebradora de todas es el reconocimiento del asturiano (con amparo de las variedades geográficas; entre ellas, el eonaviego) como lengua oficial en todo el territorio del Principado; el derecho y deber de la sociedad para expresarse en ella libremente, al margen de los ámbitos administrativos. Hacer de ella una lengua vehicular en todos los niveles de la enseñanza, poder plantear modelos de educación similares a las ikastolas vascas…
Son muchos los pasos que se han de dar, a veces, de gigante. Y muchas veces, se dan para atrás. No en vano, hace pocos meses, las cabezas políticas de la derecha asturiana celebraban que el español fuese ahora la única lengua a utilizar en los plenos de la Junta General. ¿Tanto peligro supone una lengua para la prosperidad de la región? ¿O acaso es molesto que no encaje del todo en esa definición rígida e inamovible de lo que es «ser español»? Al margen de los nacionalismos, el asturiano es una lengua hablada por 200.000 personas en todo el territorio del Principado, lo que equivale a una quinta parte de su población. Si tenemos en cuenta el número de personas que utilizan los amestaos, variedades geográficas y de contacto con el español, llega a casi la totalidad de sus habitantes. Eliminar las pocas manifestaciones del asturiano hasta ahora permitidas en el Gobierno del Principado no es solo un error: es demonizar una parte de nuestra identidad.
Pero a modo de bálsamo y jugando a las dos caras, quienes dirigen nos dan este periodo tan señalado en el calendario, en el que pregonar a los cuatro vientos que el asturiano está vivo. Y no solo está vivo a través de las publicaciones, recursos lexicográficos y terminológicos, gramáticas, espacios culturales, medios audiovisuales, doblaje de películas… El asturiano despierta cada vez más en la conciencia de los asturianos.
Es por eso que hoy, 6 de mayo a las 19:30 en la Estación del Norte de Oviedo, Asturias sale a la calle para reclamar su voz.
Aymara González Montoto
Sin intención de crear debate, invito a reflexionar sobre si es necesario, o incluso correcto, crear una variedad estándar de una lengua -cuando ésta constituiría una mera ficción lingüística- en un territorio donde ya hay una lengua vehicular que habla el 99,9% de la población.
Por mucho que se «amparen» las variedades diatópicas (que son el verdadero asturiano, pues nunca estuvo unificado) siempre quedarán a la sombra de una lengua relativamente artificial. Ya se empieza a ver cómo se discrimina a algunos autores porque dicen esto «así» y según la academia de dice «asá».
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