No siempre fue indómito el tiempo,
que esculpí y ahora escupe y atrapa mis versos,
hacia lo insólito, acecha la exactitud en los términos,
la disidencia, entre el existencialismo inexistente,
y la energía cinética que refleja, esta dejadez de huellas,
cuya cohesión célebre celebré, siendo huésped de un fonema,
atormenté pétalos, parsimoniosos dedos del universo,
engendrados a lo entregado, sinfonía de una vida a capela,
tirando el dado, me encontraron, gane un millón de años,
tirados por engaños, un segundo, solo pido uno,
para cambiar de rumbo el mundo,
imaginando, despertando o soñando,
escribiendo, a lo sumo.
Sergio Sánchez